viernes, 3 de diciembre de 2010

Tarde lluviosa en gris cansado,
y sigue el caminar.
Los árboles marchitos.
Mi cuarto, solitario.
Y los retratos viejos
y el libro sin cortar...


Chorrea la tristeza por los muebles
y por el alma. Quizá
no tenga para mí Naturaleza
el pecho de cristal.


Y me duele la carne del corazón
y la carne del alma. Y al hablar,
se quedan mis palabras en el aire
como corchos sobre agua.


Sólo por tus ojos
sufro yo este mal,
tristezas de antaño
y las que vendrán.


Tarde lluviosa en gris cansado,
y sigue el caminar.

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